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¡Qué noche tan épica de metal se vivió en Bogotá el 3 de febrero en Jersey Bar! Cinco bandas del under metal colombiano se unieron en un evento que prometía ser inolvidable. Desde las profundidades de Antioquia hasta la bulliciosa Bogotá, la energía del metal resonó en cada acorde y cada grito.
ODA, con sus raíces profundamente arraigadas en proyectos anteriores, marcó el inicio de la noche con un debut que dejó a todos asombrados. Su primer show fue un testimonio de su talento y una señal de lo que está por venir.
Fastkiller, con una década de historia a sus espaldas, emergió con una nueva alineación y un vigor renovado. Su compromiso con el sonido del metal de los 80 se hizo evidente en cada riff y cada golpe de batería, recordándonos la potencia perdurable de las viejas escuelas.
Devastaciön, una amalgama de thrash y Black Metal, demostró que la nueva sangre del metal colombiano está más fuerte que nunca. Su presentación breve pero contundente dejó claro que tienen un futuro brillante por delante.
Y luego llegó el momento culminante de la noche: Dirges. Desde Medellín hasta Bogotá, trajeron consigo su último trabajo, «Tonadas Fúnebres», y cautivaron al público con un set list que abarcaba lo mejor de su repertorio. Canciones como «Metal» y «Luto Eterno» resonaron con el fervor de los fieles seguidores, mientras que las nuevas composiciones encontraron su lugar en el corazón de la audiencia.
Para cerrar la noche, Iron Cland, representantes del speed metal bogotano, desataron una tormenta de furia sonora que dejó al público extasiado. Con cada riff y cada golpe, honraron el legado de Dirges y su último álbum, creando un momento de comunión entre músicos y oyentes que perdurará en la memoria de todos los presentes.
En resumen, fue una noche llena de pasión, energía y metal en su forma más pura. Un tributo a la grandeza de las bandas y al inquebrantable espíritu de la escena metalera colombiana.
