Oprimes play y no estás listo para lo que viene. La ráfaga es tan impetuosa y el veneno tan corrosivo que toma tiempo asimilar que estás bajo un ataque sonoro pocas veces visto en la música extrema nacional, que has sido inoculado y no hay marcha atrás. Esta avalancha se llama Bazurita y arrastra consigo influencias de varias formas de sonidos pesados; no se atrincheran en un género, en sus canciones, cortas y precisas, los géneros son una herramienta: cualquier cosa que haga daño sirve y se articula de manera que el crust punk, el death y el black metal convergen en esta ponzoña desafiante y adictiva.
Nacidos en 2020 en la mente de Santiago Botero, multi instrumentista que ha prestado sus servicios a bandas como Ethereal, Neurosis, Aire Como Plomo e Inner Betrayer y quien, además de idear las canciones y el concepto, se encargó de grabar todas las voces e instrumentos; en una época en que el país no terminaba de lamer sus heridas tras el estallido social para adentrarse en la incertidumbre de la pandemia. A la hostilidad del ambiente general se sumaban los espinosos tramos por los que Santiago transitaba en su vida personal: ingredientes cuya asfixia solo tenía escape en su talento que ahora debía ser la boca de un volcán en catártica explosión. La música de Bazurita, más que un esfuerzo creativo, brotaba como una necesidad de gritarle en la cara al mundo cuánto duele habitarle.
El resultado: una diatriba furiosa y honesta, aderezada con un sardónico sentido del humor; canciones que a La Pestilencia le habría gustado componer en sus mejores días, que se apoyan en la actitud y el filo del punk pero conserva el espacio necesario para la tensión y el paisaje sonoro del black metal y la fuerza bruta del death. Bajo el nombre de «14 Cañonazos», satirizando la idiosincrasia tan Colombiana que nos permite con tanta facilidad evadirnos de la realidad, las canciones se registraron en Sokar Estudio bajo la supervisión del renombrado productor Sebastián Posso, quien supo imprimir en la grabación la fuerza de la idea original. El álbum puede ser escuchado en las plataformas de streaming y adquirido en un curioso formato físico en USB (además de inserto con letras y empacado en una bolsa tipo «dealer») que no pueden perderse.
Lo que en principio nació como un proyecto exclusivo para el estudio de grabación, tras el resultado obtenido la siguiente conclusión vino naturalmente: estas canciones necesitaban tocarse en directo. El impacto generado por las canciones y videos de Bazurita tuvieron un efecto inmediato, las invitaciones a eventos para compartir tarima con bandas de amplio reconocimiento no se hicieron esperar. Es así como Santiago se embarca en la búsqueda de músicos para trasladar a las tarimas la potencia de Bazurita. De uno pasaron a ser dos y actualmente un formato de power trío – Khristian Vanegas en la batería y Juan Franco al bajo- se encarga de replicar, con ímpetu redoblado, las creaciones de Botero en festivales y eventos locales. Si en estudio arrastran, en directo la fuerza de Bazurita es aplastante, por lo que resultan en una adición de peso para carteles de todo tipo, dado el carácter ecléctico de su estilo. Pueden tomarnos la palabra: tiene que ver esto en vivo y seguramente tendremos esa oportunidad con más frecuencia en la medida que más personas se sumen a su ascendente base de seguidores.
De los infiernos a los que nuestros gobernantes nos han condenado, a los que habitan en lo más oscuro de cada quien, estas canciones son la banda sonora con la que Bazurita se para duro y escupe verdades que hay que decir para no atragantarse con ellas. Un violento torrente que dará mucho de qué hablar.