viernes , abril 19 2024

MIRANDO ATRÁS EN LA CONDENA

Por: Alejandro “El Profe” Bohórquez #ElProfeDelMetal

Un saludo metalero. Estos últimos días he estado leyendo el libro Doom Metal Lexicanum de Aleksey Evdokimov, un lanzamiento reciente que de manera enciclopédica hace un recuento del más subvalorado de los géneros del metal, en particular su corriente más tradicional y los subgéneros Epic y Stoner, dejando de lado los subgéneros extremos para una futura edición. Encuentro muy positivo y divertido el que se haya publicado este libro, el cual es bastante ilustrativo y fácil de leer, pero no deja de molestarme un poco el hecho que sea un compendio alfabético de bandas dando una breve reseña de cada una, y no un relato del desarrollo del género en cuestión. De hecho, esta era mi expectativa frente a este texto, y así de una vez empezar a resolver muchas de las dudas que tengo ante la gran incógnita que representa este género.

Desde el inicio, cuando empecé a planear la clase sobre Geopolítica Urbana y Música Extrema, el Doom Metal fue todo un reto al no poder siquiera delimitarlo de una manera clara; ya sea desde lo musical intentando ver más allá del rasgo general de los tempos lentos, desde lo geográfico al no tener una ciudad o Estado que reclame su paternidad, o desde lo histórico al no tener un hito originario establecido. Es más, Salva Rubio, autor del libro guía de mi clase, intenta dar una definición bastante específica de lo que entra y lo que no en este género, para luego retractarse en la secuela de dicho libro probando así el reto conceptual que éste representa. Tampoco me fue útil haberme dedicado de manera casi exclusiva al Doom años antes de que la clase fuese apenas una idea, encontrando un amplio rango de aproximaciones que incluyen una fascinación con el periodo transicional entre Rock Psicodélico y Hard Rock en el cambio de década de los 1960 a los 1970, como también el sonido de marchas fúnebres y largas meditaciones sobre el destino y la inevitabilidad.

Así entonces, la sesión sobre Doom Metal se convirtió en el espacio para tratar temas de género, principalmente la feminidad, al tener dentro de sus temáticas varias características que en las sociedades occidentales suelen ser consideradas femeninas. Al parecer, no estaba muy errado en mis apreciaciones al notar en el Lexicanum una alta participación de mujeres, aunque una buena conclusión de esta sesión ha sido que se trata de una vista de la feminidad desde el lente masculino del Metal. Con el tiempo, empecé a notar también que sí se daba cierto patrón geográfico entre las bandas que son consideradas clave dentro del Doom Metal y su aparición en zonas pantanosas o altamente húmedas, y esto es ahora parte de lo presentado en clase; pero muy dentro del estilo elusivo de este género, los pantanos no tienen tanto análisis geopolítico como las montañas, los ríos o las costas.

Para completar, haciendo una rápida medición bibliométrica sobre libros publicados que aborden un subgénero del Metal en específico, es evidente cómo el Doom Metal escapa al radar. En lo que he encontrado, se pueden encontrar doce libros acerca del Black Metal y temas asociados; al ser agrupados en una misma categoría, el Death Metal y el Grindcore comparten siete textos; el Thrash Metal sorpresivamente cuenta con apenas cuatro (deberían ser más dada su importancia); mientras que el Doom Metal sólo tiene dos publicaciones a su nombre. Además, el Doom Metal suele ser mencionado brevemente en los libros que cubren la historia general del Metal sin mucho ahondamiento, y en los compilados de artículos académicos sobre Metal que poseo no encontré alguno que lo aborde de manera exclusiva.

Por lo tanto, es muy posible que el abordaje a este género no deba darse tanto desde lo histórico como sucede con los demás, de por sí, las pocas referencias históricas existentes hallan el origen del Doom Metal en los primeros álbumes de Black Sabbath, casi diciendo que de entrada el Heavy Metal ya tenía su primer desprendimiento en sus propios inicios. De repeso, las bandas a las que en los 1980 se les empezó a adjudicar esta categoría no constituían una escena consolidada, ni hacían parte de una red exclusiva en el intercambio de cintas, eran más bien el “bicho raro” de las escenas locales para los que nunca sucedió la Nueva Ola de Heavy Metal Británico ni sus géneros subsecuentes, manteniendo una suerte de inmovilismo anacrónico. Encuentro tremendamente diciente el hecho que bandas consideradas pioneras del Doom, como Pentagram o Pagan Altar, publicaran sus primeras placas décadas después de ser fundadas… en serio la lentitud es todo un concepto que analizar aquí.

En ese orden de ideas, la obra de Evdokimov no pudo llegar en un momento más propicio que los tiempos actuales, en los cuales la industria de la nostalgia ha llegado a puntos cumbres, en un recorrido que desde el Metal se puede puntualizar en la reunión de la alineación original de Black Sabbath en 1997. Por supuesto, se menciona bastante el reavivamiento que ha tenido el Thrash Metal en los últimos años, pero baste recordar que en la década de 1980 se trataba de una apuesta por un sonido novedoso, considerado muerto en la década siguiente, mientras que el Doom Metal desde su categorización ha tenido su mirada en el pasado. A causa de esto, ahora que atravesamos uno de esos periodos en que el pasado es más atractivo que el futuro, vemos cómo en las mayores publicaciones especializadas en Metal aparecen muchas bandas dentro de estos dos géneros, y ya es evidente la existencia de una escena Doom consolidada.

Nuevamente, cito en mi columna al historiador del Metal Andrew O’Neill y su idea de que estamos pasando en esta música de una fase de definición a una de consolidación, ya se estableció la frontera exterior y ahora debemos establecer la frontera interior. Así entonces, podría pensarse que dentro del Metal se está haciendo un recorrido por su misma historia, para lograr trabajar desde los aspectos que ya posee e irlos mejorando, y ¿qué mejor manera de hacerlo que desde un género que busca evocar los orígenes mismos de esta música? Además, es bastante propicio que el Doom Metal se enfoque en el periodo de tiempo antes mencionado, en el cual se presentó mucha experimentación sonora que sigue siendo parte de la materia prima de este género, en el caso local pienso en los geniales Cóndor, impartiéndole a este género un gran dinamismo sonoro a su inmovilidad temporal.

Por ello, es que el enigma del Doom Metal debe ser resuelto, así el lograrlo del todo sea una causa perdida como las que se cantan dentro del mismo, ya que es ese halo de misterio lo que hace que el más subestimado de los géneros metaleros sea atractivo. Ya sea en el fuzz saturado y las percusiones retumbantes de la corriente más tradicional, las exploraciones lisérgicas del Stoner, la rabia Punk del Sludge, la resonancia del Drone, o el letargo del Funeral, el Doom Metal es un testamento viviente al concepto original de la pesadez musical. Y bueno, de pronto algún día aparecerá un documento que le haga justicia a su historia y afirme o refute lo aquí escrito, hasta entonces seguirá la exploración.

¡Cuernos arriba!

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