viernes , marzo 29 2024

¿METAL “CORRECTO”? #ElProfeDelMetal

Por: Alejandro “El Profe” Bohórquez #ElProfeDelMetal

Un saludo metalero, esta vez vengo un poco más cargado que las ocasiones anteriores, pero este es un tema que se debe tratar. Últimamente, en los grandes medios especializados que cubren el Heavy Metal y tema relacionados se han presentado una suerte de acusaciones a algunas bandas por aparentemente tener inclinaciones hacia ideologías políticas extremas, en especial políticas de extrema derecha. No sólo eso, de la mano con algunas iniciativas en la red que buscan, además de denunciar los contenidos que consideran inapropiados dentro del Metal, regular dichos contenidos en lo largo y ancho de este género musical, proveyendo una serie de normas para que éste sea más “rebelde”. Sí señores, señoras y señorxs les estoy hablando del movimiento por lo políticamente correcto.

En principio, dados los logros que se han venido desde hace un tiempo en materia de derechos se cree que el lugar “correcto” de la historia es modificar ciertos comportamientos, actitudes, vocablos y hasta pensamientos, de tal forma que nadie salga ofendido. Esto ya me da pie para criticar, porque lo que delata es una creencia muy arraigada en nuestras sociedades occidentalizadas de que la historia va de forma lineal y hacia un fin específico, que de acuerdo con el filósofo brasileño Olavo de Carvalho ha sido algo muy marcado desde el cartesianismo ilustrado, y es la raíz del fanatismo político, en especial en corrientes ideológicas liberales y marxistas. Yo iría más allá, y agregaría que desde la misma religión que ha definido a Occidente con sus redenciones mesiánicas hemos estado en una constante lucha por demostrar sobre quién tiene la razón acerca el final de la historia (si es que tiene uno). Así que tal argumento lo veo como uno entre varios.

Yendo al punto, el germen de las ideas políticamente correctas se encuentra en ese sector de la generación de la posguerra, que aprovechando el auge económico de la época consideró que los eventos desastrosos anteriores no se repetirían si todo es “paz y amor”. Pero la realidad pesa, y a este grupo le tocó envejecer viendo como al contrario la historia tomó giros inesperados y no todos positivos, y aunque no logró todos los cambios deseados, sí se convirtió en un grupo importante de opinión vendiendo la idea de que son la única voz contraria al statu quo. Con el tiempo, hemos podido observar cómo estas ideas de inclusión se han ido tornando en un discurso maniqueo donde ellos son los nobles rebeldes que tienen la solución a los problemas de la sociedad, y todos aquellos que no estén de acuerdo con sus ideas son parte de un maligno leviatán opresor. Lo que no quieren aceptar, es que son uno de los muchos grupos en la actualidad que pugnan por el poder.

Todo esto, ha llevado a un fenómeno de disonancia cognitiva de una “tolerancia intolerante” que asegura ser abierta y respetar todos los puntos de vista, pero que se enfurece y pierde la cordura cuando tales puntos de vista chocan con sus ideales. En su afán por lograr una soñada y necesaria sociedad en la que se pueda vivir tranquilamente y nadie sufra de discriminación alguna, curiosamente llegan a utilizar los mismos mecanismos que desde un principio denuncian como lo son la censura, la persecución y el hostigamiento, a la vez que mantienen un discurso de víctimas que da la sensación de decir: “está bien si yo lo hago, pero no si lo hacen los demás”. Lo peor de esto, es que ese tipo de acciones han llevado a que ahora todos los demás grupos que también están en la mencionada pugna por el poder asuman esa posición de víctimas, sea cierto o no, lo cual creo yo es evidente en esta temporada electoral.

Ahora bien, fue cuando se rompió la ilusión hippie luego de los declives políticos y económicos que surgen en ese ambiente de descontento los géneros que son la raíz de la música extrema, el Punk y el Heavy Metal. Por un lado, el Punk fue rápidamente cooptado por militancias políticas de todo tipo, a pesar de que originalmente fuera un grito de rabia y desespero entre la decadencia, y con el tiempo haya sido absorbido por los ideales sesenteros hasta eventualmente quitarle cualquier filo hoy en día. Por otro lado, el Heavy Metal se definió desde la devoción a la música en sí misma, a una celebratoria marginalidad autoimpuesta donde los contenidos estéticos abrazan todo aquello que la sociedad rechaza, y en una posición más bien masculinista a causa de sus orígenes obreros en una sociedad postindustrial. Por estas características, el Heavy Metal ha tenido la interesante distinción de lograr causar ampolla tanto en la derecha del espectro político, como también en la izquierda por su falta de militancia.

Y es aquí donde yo encuentro uno de los elementos más enriquecedores del Heavy Metal como expresión social, al ser lo más relevante la música por encima de todo lo demás, éste ha sido un espacio en el que se le ha dado voz a todo tipo de expresiones. Se pueden encontrar bandas que promueven causas sociales y hacen denuncia política, como también aquellas que promueven un nacionalismo radical y políticas autoritarias. Desde su acusado escapismo, se puede ir desde la épica heroica y gloriosa, hasta los más perversos instintos humanos que rozan con lo bestial. Así mismo, su estética puede abarcar desde lo más corpóreo y mundano, hasta lo más espiritual y sublime. Y por lo general, se abraca todo lo que está en medio de estas esquinas. En otras palabras, para los aquellos que por una u otra razón se sientan fuera de la sociedad y amen el estruendo, hay para todos.

De ahí, es que el Heavy Metal en todas sus formas ha sido de difícil asimilación para un grupo político específico, y por eso algunos autores denotan su carácter general apolítico. Sumado a esto, el que sea una música que connota rudeza, fuerza y poder sub raya el elemento testosterónico aludido anteriormente, es algo que incomoda de gran manera a los adalides de lo políticamente correcto por su aparente misoginia. No voy a tapar el sol con un dedo diciendo que el Metal no está plagado de actitudes machistas, y que persiste cierta incredulidad frente a la devoción por la música de parte de las fans mujeres; pero por otro lado son curiosos los reportes de autoras como Jamie Patterson o Sonia Vasan, que he visto replicados en mis experiencias investigativas, en el que las mujeres que participan dentro de este género en muchos casos no perciben un rechazo como tal, sino que al ser tratadas como uno de los chicos tienen la oportunidad de desexualizarse. Por otro lado, ¿no podría considerarse éste como el espacio para aquellos que disfrutan de ese masculinismo? Hasta donde sé, nadie está obligado a ser metalero.

En este punto, es donde creo que está todo el meollo del asunto, esa imperiosa necesidad de imponer el propio pensamiento sobre los demás, algo en lo que todos hemos caído, y es en realidad bastante contradictorio si se aboga por la libertad. Publicaciones como Metalsucks de frente dicen tener una posición política definida, y que solo promocionarán a aquellas bandas que estén de acuerdo con ella, y denunciar a las que no ¡Perfecto! Todo sea en aras de la libertad de expresión. Lo condenable de sus publicaciones recientes es el tono persecutorio con el que hostigan a aquellos que no se ajustan a sus limitados estándares. En un género cuyos rasgos definitorios está el acercamiento por lo abyecto ¿se cantará sobre inclusión y hermandad, o se expondrán sin censura los aspectos más bajos de la humanidad como los genocidios, la brutalidad de la guerra o los sucesos de una violación? La sesentera no es la única forma de rebeldía, de hecho, está bastante estandarizada.

Así entonces, amigx hippie si sientes que el calor del horno te abruma, bien puedes salirte de la cocina. Pueda el Metal no sea perfecto y tenga cosas por mejorar, de hecho, debo decir con agrado que hoy en día se han logrado mitigar algunos aspectos aburridores del pasado, y que ahora se puede asistir a un concierto con más tranquilidad. Sin embargo, esto no se logra de manera impositiva y aplicando la censura de la que desde un principio se ha querido evitar, y mucho menos quitándole la esencia de peligro que lo ha definido desde su nacimiento. Si bandas específicas van en contra de los principios que se tienen, no compre su material ni vaya a sus conciertos, esa es la responsabilidad que va ligada a la libertad que se tiene como público. Y como dijo una amiga muy querida: ¡Mi cerveza bien fría, y mi metal bien ofensivo!

¡Cuernos arriba!

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