jueves , marzo 28 2024

Aire Como Plomo LOS ANTIHÉROES DEL METAL COLOMBIANO

 

Por: Fabián Esteban Beltrán

Aquella percepción de que se trata de personajes brillantes nunca cambió desde que tuve ocasión de entrevistar a los hermanos Jiménez, cerebros de Aire Como Plomo, hace ya más de diez años. Por el contrario, afianzaron esa idea tras cada cosa que les vi hacer desde entonces: melómanos voraces, músicos competentes, realizadores de videos nominados al Grammy Latino o premiados creadores de comics; Jose y Miguel son probablemente dos de las personas más talentosas que haya conocido.

Sin embargo, a medida que nos cruzamos una y otra vez en los ires y venires de la escena musical colombiana, también tuve por largo tiempo la sensación de que era mucho lo que ésta les adeudaba. Aire Como Plomo ha pagado el precio de ser diferente en una escena que le huye a aquello que se resiste a ser etiquetado. Su música no es producto del capricho: hiede a calle, a realidad; sonoramente sus pelajes cambian dependiendo de lo oscura que esté la esquina, del encuentro entre death metal y crossover, de hip hop y folclor, y pese a ello no cargan con la pretensión de estar fusionando, Aire Como Plomo es lo que es y aunque buscar su lugar ha sido retador, jugar sobre sus propias reglas también ha traído recompensas.

Recuerdo a Jose Jiménez (cantante) sentado a mi lado durante una conferencia que Billy Gould –bajista de Faith No More, una de las más notorias influencias de ACP- ofreció en Bogotá como parte del componente académico de Rock al Parque. Durante la ronda de preguntas, Jose tomó la palabra y consultó a Gould sobre las dificultades para encontrar un público cuando se apunta a articular en una sola propuesta a géneros de audiencias en teoría diferentes. La respuesta del mítico productor cayó como un bálsamo sobre Jose, quien sin notarlo sonrió aliviado: “Sé de lo que hablas, yo vengo de esa banda”. En los ojos del macizo vocalista de Aire Como Plomo pude ver la renovada convicción de que lo que hacen tiene todo el puto sentido del mundo.

Luego de varios intentos fallidos, acá estamos de nuevo, sentados frente a frente. Conservan la elocuente claridad en cada idea que expresan durante la charla. Formados en 2007, los Plomo han hecho la tarea: un EP, sencillos frecuentes, videoclips a cargo de su genial división audiovisual que actúa bajo el nombre de Sharpball y una pelea a puño limpio por un lugar en una escena más goda de lo que estamos dispuestos a reconocer, que les ha valido un lugar en varias ediciones de Rock al Parque, Manizales Grita Rock y eventos de la importancia del Festival del Diablo, nada mal sin duda; pero la ambición atraviesa como el plomo al aire y era hora de jugar en grande con un disco de larga duración. El homónimo de ACP es todo lo que podría esperarse de ellos, un Frankenstein sónico bien articulado y con cerebro de sobra.

Grabado y lanzado bajo la arraigada filosofía de “hazlo tú mismo”, el disco logró el acercamiento con Parallel Records que se encargó de la distribución. Además de convertirse en una gran muestra de presentación –no solo musical, también del soberbio talento gráfico de Miguel y Jose, así como de toda la filosofía urbana alrededor de Aire Como Plomo– también trajo consigo aprendizajes valiosos: curtidos ya en sudorosos shows locales y las tarimas más importantes del país, Aire Como Plomo empieza a sentirse cada vez más cómodo con el death envenenado por black metal, vertido dentro del coctel por el entonces baterista, Santiago Botero. Nunca pareció un movimiento acomodaticio en búsqueda de aprobación. En Plomo todo es orgánico y no me cabe duda de que por los oídos de los Jiménez hay más kilómetros de black del que podrían jactarse muchos autoproclamados “verdaderos” de la escena. La imaginería también apuntaba a algo más chocante que cualquier cosa que hubieran hecho antes: al sencillo “Anointed for Arson” exhibe a una Virgen María bañando con aceite a su hijo en llamas, una postal que habla del nuevo material de una banda que busca consolidar su madurez pastando en terrenos más duros.

Captando nuevos seguidores a base de un directo demoledor, la idea de buscar horizontes por fuera de Colombia empezó a cristalizarse. Aquí Jose y Miguel rotan la botella de whiskey y comienzan a soltar historias con tanta emoción que resulta difícil, tanto mantenerse al margen, como ubicarlas en su respectivo orden. Cualquiera que tenga una noción mínima sobre cómo funciona una gira, sabe que salir ileso de una es, en la práctica, un milagro. Y los milagros no existen. Seducidos por lo logrado por Perpetual Warfare en su periplo por Estados Unidos, e inspirados por Headcrusher, banda que resultaría definitiva antes y durante la aventura, Aire Como Plomo estaba listo para despojarse del estatus logrado en Colombia en búsqueda de la construcción de algo más.

Lo dice con convicción Miguel Jiménez: “Una vez pisas una tarima fuera del país, sabes que nada de lo que hayas hecho en términos de festivales o eventos importantes en Colombia tiene importancia alguna en ese momento. Nadie sabe quién eres ni tienen por qué saberlo, es el aquí y el ahora, una realidad que se construye desde ese instante y esa es una energía muy genuina”. Con la invaluable ayuda de los promotores Carlos Ramírez (guitarra de Headcrusher) y Anthony Stevenson, se pactaron tres fechas en Estados Unidos: Los Angeles, Portland y Austin.

Conectar los dos extremos de la gira supuso una primera dificultad, con todo y la ayuda de los nacionales radicados en Estados Unidos, Headcrusher. Jose desestima aquello de que «nadie es profeta en su tierra»: «Es un romanticismo terco» – afirma manoteando para enfatizar sus palabras y refiriéndose a las bandas que ante la situación del metal en Colombia afirman que en otros lugares tendrían asegurada la fama y su sustento económico- «Hay cosas en la que nos llevan mucha ventaja, los venues ponen todo lo que tienen a tu disposición, la gente realmente compra la mercancía de la banda (encaletada entre su equipaje personal e instrumentos para no tener problemas con la aduana), pero lo cierto es que montas, haces el show y continúas, y te encuentras con promotores que se la juegan a pérdidas solo por la pasión de hacer esto, tal y como ocurre en Colombia; y ante esa frase recurrente de que ‘acá la escena está muerta’ también subyace un sentido del deber, de que es esto lo que se supone que debes estar haciendo, sin importar nada más».

Pasaron de la gloria al infierno en cuestión de segundos: De la bienvenida del parche Colombiano en el Terragram Ballroom de L.A., a momentos de la más oscura incertidumbre. El camino a bordo de un auto alquilado de Austin a Houston incluyó un encuentro con el que los Jiménez recuerdan como el «Capitán América», un fornido policía que los retuvo por lo que pareció una eternidad, esposados junto a Santiago en una patrulla, viendo su vida pasar ante sus ojos mientras las autoridades destapaban cada instrumento y cada maleta en búsqueda de algo ilegal. Mientras tanto Hans Vollert (bajista) sufría la mordedura de un perro que por poco lo pone de regreso directo a casa, obligando a la banda a presentarse como trío en la capital de Texas. De la más lujosa cena en un hotel de Los Angeles, y una sesión en Portland a cargo del más legendario fotógrafo del metal, Peter Beste, a un fan acérrimo en Houston que, ataviado con la camiseta de Aire Como Plomo, le entregó a la banda algo de dinero para la gasolina camino a Austin. «Ocurren todo el tiempo cosas que te ilusionan, pero al momento siguiente la realidad aplasta», sentencia Jose. Las inseguridades pueden ser punzantes a la hora de medirse con bandas acostumbradas a vivir sobre el asfalto, venue tras venue, ajustadas a un ritmo que la escena Colombiana no permite, pero todo hace parte de una experiencia en la que rendirse es la única opción betada.

La última fecha se realizó en Austin, nada menos que como headliners invitados de la final estatal que daría paso a una banda local para el mítico Wacken Open Air. Recuerdo estar sentado en mi trabajo de 8 a 5 cuando vi al día siguiente algunas transmisiones en directo de la noche anterior. La imponencia de Jose, Miguel, Hans y Santiago plantados en esa tarima, el público rebosante, que parecía entender la esencia de Aire Como Plomo más allá de qué tanto se apegan a las reglas de un género determinado, atestiguando a la banda de esa esquina bogotana dejando el alma allí mismo. Porque a veces nos embriagamos con la ilusión del futuro cuando es ese instante el que vale, nada más, de su preparación y consecuencias hay otros momentos para preocuparse. Trato de apartarme de supersticiones como el karma y eso que se supone que mereces, pero no podía dejar de pensar “malditos Quijotes, lo están haciendo, y no de cualquier modo: por lo alto y a su maldita manera”. En ese momento su alegría fue mía. Recordé nuestras charlas interminables, sus preocupaciones y sus proyectos. Ese día me contaron también que lo de headliners no era solo un decir, recibieron ese trato, el logo de Aire Como Plomo en las pizzas, la atención de promotores el público que arrasó con los parches y las camisetas, y abandonaron Austin llenos de heridas, hoy cicatrices de guerra, pero con la promesa de regresar por más.

«¿Es cierto que la carretera acaba bandas?», les pregunto a quemarropa. La respuesta es afirmativamente categórica pero con matices difíciles de conciliar. “Te sorprende como actúan las personas fuera de su zona de confort”, reflexiona el menor de los Jiménez. El caos propio de toda la experiencia puso a prueba sus relaciones y a la postre trajo cambios con los que Miguel y Jose ajustan la maquinaria y asegurar su continuidad. A su regreso a Colombia, y a causa de una lesión muscular, Santiago Botero se ha visto forzado a dar un paso al costado, mientras que Hans Vollert ha decidido, como parte de una decisión mutua y amistosa, ocuparse de lleno a sus múltiples compromisos musicales como uno de los bajistas más cotizados de la escena.

Con la vista puesta al frente y reforzados en sus líneas tras la gira, Aire Como Plomo encarará los retos futuros armados de dos flamantes incorporaciones: Rafael Benavides, reconocido ingeniero y bajista de Nosferatu, empuñará el bajo y el demoledor Enzo Martínez ocupará de ahora en más el trono tras el kit de percusión. Un respaldo a prueba de balas para Jose y Miguel de cara a dos eventos que tendrán lugar en próximas semanas: Medellín recibirá a ACP en la tarima del tradicional Festival Altavoz y el que a la fecha podría ser el festival de metal más importante hecho en Colombia con la segunda versión de Knotfest, que, además de un destacado componente nacional, contará con la presencia de bandas como Testament, Unleashed, Accept, Behemoth y Slipknot entre otros. El nuevo año se vislumbra con un disco potenciado por todas estas experiencias y una nueva gira, esta vez por México.

En una escena como la colombiana en que todos parecieran tener una fórmula, un conducto regular para hacer las cosas y “triunfar” siguiendo un manual que difícilmente lograría contener a todo un espectro de propuestas de igual manera, Aire Como Plomo asume con orgullo su roll de antihéroes, apegados a sus propias ideas y reforzados por la experiencia que solo adquieren quienes se arriesgan. Terminamos nuestro encuentro cantando canciones de Ozzy, cuyo disco “No More Tears”  a Migue se le antoja “producido en el espacio”. Scorpions es también de la partida y Candlemass, que les recuerda alguna otra historia de carreteras lejos de casa. Se cayeron y levantaron incontables veces y acá estamos, estallando el rock n’ roll de siempre y planeando como construir el propio. Hay mucho que celebrar.

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